Paola Ramírez Peñaherrera, Analista Técnico de la Información IIGE
Figura 1: Refinería Esmeraldas - EP Petroecuador [6].
El proceso de transición energética no es algo nuevo en la historia, ya han existido varias transiciones, como la de madera al carbón en el siglo XIX o del carbón al petróleo en el siglo XX. Lo que caracteriza esta transición respecto a las anteriores es la necesidad de reducir las emisiones de gases efecto invernadero causantes del cambio climático.
El cambio climático es uno de los mayores retos de nuestra era. Sin embargo, la necesidad de asegurar el acceso a la energía para gozar de una buena calidad de vida, así como, el mantener un crecimiento económico, es igual de importante. Para conseguir este objetivo, la principal herramienta es la transición energética, es decir, cambiar de un sistema energético radicado en combustibles fósiles (principalmente petróleo y gas natural) a uno de bajas emisiones o sin emisiones de carbono [1].
Desde mediados del siglo XX la matriz energética mundial se ha visto diversificada, debido entre otras razones, a la creciente necesidad de energía por parte de las economías mundiales. Algunos países todavía dan prioridad a la energía de origen fósil, mientras que otros se centran en las energías renovables; esto depende de los objetivos de cada Estado, de la disponibilidad de fuentes y de la forma en que los actores del sector energético visualizan su posición frente a la economía internacional [2].
En este sentido, es importante destacar que la transición energética no se restringe al cierre progresivo de las centrales de carbón y a limitar el uso de petróleo como combustible, así como al desarrollo de energías limpias; por el contrario, se trata de un cambio de paradigma de todo el sistema energético. Una gran contribución a la descarbonización, considerando a la electrificación como herramienta principal, sin dejar de lado a la eficiencia energética. [1].
La electrificación de la economía y la transición hacia una matriz energética renovable, reduciría la dependencia del carbón, gas y petróleo como combustibles, para aumentar la de algunos metales necesarios para la instalación de tecnologías renovables. Según datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en el escenario más ambicioso, las tecnologías de energía limpia consumirían en 2040el 92 % de las reservas actuales de litio, 69 % del cobalto, 61 % del níquel, 45 % del cobre y 41 % de las tierras raras, como se puede apreciar en la Figura 1. Estas aplicaciones naturalmente competirían con otras cuya demanda ya existe.
Notas: La demanda de neodimio es utilizada como indicativo de elementos de tierras raras. STEPS = Escenario de políticas establecidas, una indicación de hacia dónde se dirige el sistema energético en función de los sectores de análisis, de las políticas actuales y anuncios de políticas. SDS = Escenario de Desarrollo Sostenible, indicando lo que se requeriría en una trayectoria consistente con el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París.
Figura 2: Porcentaje de las tecnologías de energías limpias por escenarios en la demanda total de minerales seleccionados (2010-2040) [3].
Bajo este contexto, es importante señalar que, si bien es posible reducir el consumo de petróleo como combustible tomando en cuenta las aristas mencionadas, su uso como materia prima para la refinación y la industria petroquímica es indispensable. Según Turiel Antonio en su libro Petrocalipsis, por mucho que se acelere en la transición energética, el petróleo está prácticamente en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, el 13 % del crudo en Europa se destina a la industria petroquímica, que elabora hasta más de 3.000 bienes y productos, a menudo esenciales.
En este aspecto, la producción de fibras sintéticas para la ropa en el mundo representa el 1,35 % del consumo mundial de petróleo [4]. Mientras que, el escenario energético de BP prevé que la producción de plástico representará el 95 % del crecimiento futuro de la demanda de petróleo. Al mismo tiempo, la Agencia Internacional de Energía (AIE) pronostica que la industria petroquímica representará hasta el 50 % del crecimiento de la demanda de petróleo para 2050 y el 4 % del crecimiento proyectado de la demanda de gas natural.
Sobre esta base, es evidente que los escenarios energéticos futuros se encuentran fuertemente ligados al uso del petróleo como materia prima para la industria: petroquímica, farmacéutica, textil, cosmética, etc. Es así que, a mediano y largo plazo es difícil contar con propuestas claras para sustituir al petróleo como materia prima. Sin embargo, a corto plazo la posibilidad para reorientar el consumo energético de petróleo, se encuentra en su modalidad como combustible para el sector transporte.
Según la Organización de Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP), a nivel mundial se comercializan cada día 94,5 millones de barriles de petróleo. Alrededor del 50 % de ese crudo se usa para la refinación de gasolinas, diésel y derivados, que sirven para impulsar aproximadamente 1.100 millones de vehículos que funcionan con derivados del petróleo.
En este sentido, la inclusión de nuevas tecnologías en el parque automotor, así como la eficiencia en el sector transporte generarían grandes avances a la transición energética actual. Adicional a los beneficios globales por la disminución de emisiones de CO2, la electrificación del transporte puede contribuir a reducir contaminantes locales. Un estudio de transporte híbrido eléctrico y eléctrico en operación en las ciudades de Río de Janeiro, São Paulo, Bogotá y Santiago, mostró el impacto de la electromovilidad en la disminución de la polución local. Los proyectos piloto reportaron en promedio una reducción de óxidos de nitrógeno de 62 % y en ocasiones de hasta 78 %, así como un descenso en material particulado del 72 % en promedio [5].
Referencias Bibliográficas
[1] Enel Green Power, “La transición Energética”, 2020.
[2] I. Mártil de la Plaza, “El reto de la energía: la transición hacia un nuevo modelo energético”, 2021.
[3] International Energy Agency, “The Role of Critical Minerals in Clean Energy Transitions”, 2022.
[4] M. Piergiorgio, “Más dependientes que nunca del petróleo pese a la transición energética”, Barcelona, 2022.
[5] Banco Internacional de Desarrollo, “El sector energético. Oportunidades y desafíos”, 2016.
[6] Fotos David G Silvers/ EP Petroecuador. Refinería Esmeraldas. https://www.flickr.com/photos/eppetroecuador/31284174596/ , 2016.
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